Los que apostamos por un modelo económico basado en el bien común y por una economía social y solidaria estamos viviendo estos días momentos que vienen a reforzar aún más si cabe nuestra postura.
Ante el drama personal y sanitario que está suponiendo la crisis del coronavirus en nuestro país y en otros países sigue habiendo quien mira más las consecuencias económicas que los posibles daños personales y humanos. De hecho el seguir queriendo maximizar beneficios económicos ha provocado en gran medida esta crisis.
Seguir celebrando macroconciertos, partidos de fútbol, transporte público masivo e incluso manifestaciones cuando se sabía que el virus estaba circulando de forma descontrolada ha sido una temeridad que ahora estamos pagando, pero también hay empresas que siguen obligando a sus trabajadores a acudir a sus puestos de trabajo sin servicios mínimos y no siendo sus sectores imprescindibles o básicos en este momento.
Cuando la economía está al servicio de unos pocos para su propio lucro de una forma exagerada y desigual las consecuencias acaban siendo funestas para la mayoría.
Ahora más que nunca apostemos por otro modelo, luchemos por una economía en la que se busque el desarrollo de las sociedades y de los individuos, con respeto al medio ambiente, a las condiciones laborales dignas, a los salarios justos y a la tolerancia cero con el trabajo infantil.
