La Coordinadora Estatal de Comercio Justo nos facilita datos concretos con los que se comprueba que otra economía es posible y sostenible si se tienen en cuenta a las personas y al medio ambiente.
Podemos poner ejemplos sencillos: Bangladesh. Dicho país vive fundamentalmente de la industria textil, de hecho supone el 80% de sus exportaciones. Gran parte de la ropa que venden en nuestras tiendas y centros comerciales procede de allí y eso ha supuesto un enorme crecimiento económico para Bangladesh, pero es un crecimiento económico que no ha reducido la pobreza en la que viven la mayoría de sus habitantes que además se enfrentan a jornadas maratonianas y con condiciones laborales peligrosas. Una vez más la economía al servicio de unos pocos y a costa de casi todos. Hablamos de un país de 165 millones de personas en el que el 40% son muy pobres.
En Bangladesh hay una organización de comercio justo llamada BaSe que da trabajo a más de 10.000 personas, el 90% mujeres y gran parte de ellas con discapacidad física o psíquica. El objetivo fundamental es mejorar su calidad de vida y facilitar su independencia económica.
Pues bien, el salario que reciben estas personas es el doble del salario mínimo que se percibe en Bangladesh. Imaginemos eso en España: un sueldo de 1800 euros que muchos firmaríamos.
Pero no sólo es el pago justo, desde BaSe se cumplen los diez principios de comercio justo y en sus talleres no trabajan niños, las condiciones laborales son las que marca la OIT, no se discrimina por raza, sexo o religión, se respeta el medio ambiente...
Además BaSe facilita a sus usuarios sanidad, créditos y educación. En cuanto a este último punto pone a disposición de sus trabajadores y familiares una red de escuelas que no discriminan por cuestiones de género, raza o religión, algo que en el resto del país no es nada frecuente. Así se consigue romper el círculo de la pobreza.
Los productos que proceden de Bangladesh y que se venden en las tiendas de comercio justo suelen ser sobre todo cestas de yute, artículos textiles de decoración y calzado.
Como podemos comprobar el comercio justo rompe el círculo de la pobreza y sus efectos se notan considerablemente allí donde están implantados. Por desgracia hoy por hoy sólo supone el 1% de la economía mundial pero poco a poco irá creciendo con la ayuda y el compromiso de todos, al menos el camino está marcado y vemos que funciona.