Las personas más permeables a los principios de la economía solidaria son los niños y los jóvenes, por experiencia personal cuando se imparte una jornada de formación son ellos los que más interés ponen y los que mejor asimilan una forma alternativa de economía.
Al igual que hay ciudades por el comercio justo también tenemos colegios y universidades. El comercio justo puede además estar presente en casi todas las asignaturas.
En economía o ciencias sociales se puede estudiar como una alternativa al sistema actual de producción y consumo.
En educación física cuando se habla de reglas en los deportes y cómo gana el mejor y el que más se esfuerza pero respetando unas normas consensuadas, justas y que son iguales para todos. Y además se pueden usar balones e indumentarias de comercio justo.
En geografía se puede repasar qué países son los productores y cuáles son los consumidores de comercio justo, incidiendo también en la asimetría norte-sur.
En historia se puede repasar el colonialismo europeo y cómo éste sigue influyendo actualmente en el modelo de relaciones económicas y comerciales entre países.
Hasta en manualidades se pueden hacer pulseras u otros artículos con productos de comercio justo o bien conocer los que se fabrican bajo el sello de Fair Trade.
Como vemos, en la escuela se pueden introducir valores positivos con respecto a la justicia y a un modelo de producción más basado en la igualdad y en la solidaridad.