Quien acude a tiendas especializadas para adquirir productos que están fuera de las áreas comerciales de gran consumo sabe a lo que va. Tiene perfectamente claro qué es lo que quiere y está dispuesto a pagar una cantidad mayor por dicho artículo.
Hay personas que por intolerancias alimentarias (cada vez más frecuentes), por otro tipo de cuestiones de salud o bien por exigir una mayor calidad en los productos son usuarios habituales de este tipo de prácticas comerciales.
Por otro lado está el tema ideológico, consumir pensando en el planeta apostando por productos sin huella ecológica y, yendo un poco más allá quienes no consumen carne o ningún producto de procedencia animal.
Pues resulta que el comercio justo reúne todas las características anteriores: productos bio, de calidad gourmet, de gran calidad, ecológicamente sostenibles y respetuosos con el medio ambiente, además de todo ello tienen un gran componente ideológico ya que quien los consume lo hace para mejorar las condiciones económicas de productores y como compromiso con los más desfavorecidos por el gran mercado global. A su vez apuesta por un producto que respeta el medio ambiente, en el que no han trabajado niños, se ha empoderado a las mujeres, se cumplen los criterios laborales de la OIT...
Con todo y con eso, hay gente que sigue diciendo que los productos de comercio justo son caros. A igualdad de condiciones, con todos estos artículos que hemos nombrado, seguramente son los más baratos.