Llegó el mes de septiembre y con él la vuelta al cole. Los niños de nuestro entorno pasan estos días apurando sus últimos momentos de vacaciones y preparando los libros, cuadernos, material escolar...con esa mezcla entre tristeza por el verano que se va y alegría por volver a ver a sus amigos.
Mientras tanto, en este mismo planeta, 152 millones de niños tienen que trabajar. Son niños que no preparan sus libros, ni juegan, ni van a actividades extraescolares. Se tienen que ocupar de tareas que no son propias de su edad porque son trabajos muy duros físicamente para los que su cuerpo no está preparado. África, Asia y la zona del pacífico son los lugares donde más se localiza el trabajo infantil, allí no hay vuelta al cole.
El niño del hemisferio norte que a mediados de septiembre se incorpora a sus clases desayuna un tazón de leche con cacao y puede llevar para el recreo un trozo de chocolate. Para que un niño de aquí consuma cacao más de dos millones de niños tienen que extraerlo en condiciones de esclavitud, fundamentalmente en Ghana. Por no hablar de la ropa con la que se hace deporte o incluso esas prendas nuevas que se estrenan para la vuelta al cole, balones cosidos a mano...
Pero no sólamente en Ghana ni tampoco únicamente el cacao, los niños también trabajan extrayendo café, coltán para los móviles, algodón, oro, azúcar, tabaco, industria textil...
Hay una alternativa para cambiar todo eso. Esa alternativa es el comercio justo. Consumiendo cacao o chocolate de comercio justo tenemos asegurado al cien por cien que no ha habido niños trabajando y que los beneficios irán destinados entre otras cosas para construir escuelas para asegurar que si se cansan sólo sea de jugar.