La mayor parte del chocolate que se consume en occidente procede de plantaciones de cacao de África. Las grandes corporaciones ven con buenos ojos la extracción del cacao en el continente africano no sólo porque esa planta sólo crece en climas tropicales sino también porque pueden tener la mano de obra más barata: los niños.
Sólo en Costa de Marfil se calcula que hay 4.000 niños trabajando en la extracción del cacao, directamente son vendidos por sus padres desesperados por el hambre y la miseria a tratantes de esclavos. Los emolumentos recibidos por los pequeños son ridículos y sus condiciones laborales son durísimas teniendo que usar machetes de gran tamaño con el peligro de sufrir amputaciones y teniendo que cargar peso para el que no están preparados físicamente con el riesgo de lesiones de por vida y comprometiendo gravemente su desarrollo.
Se les ha planteado a las grandes compañías chocolateras que se nieguen a esa práctica y que se comprometan a utilizar una etiqueta denominada "esclavo libre" pero se han negado rotundamente.
Esta situación es tremendamente grave e injusta, el chocolate es un alimento muy consumido y grandes marcas ofrecen numerosas variedades a precios bajos. Esos precios salen carísimos a miles de niños.
Por un poco más podemos consumir chocolates y cacao de Comercio Justo. Su calidad nada tiene que envidiar al mejor de los chocolates del comercio tradicional pero el sabor de boca que deja es el de la tranquilidad de que para la extracción del cacao no han trabajado niños ni personas en situación de esclavitud.